La educación tiene la finalidad de realizar las facultades y el potencial de las personas.

En el Artículo 3º de nuestra Constitución se expresa la filosofía que orienta al sistema educativo nacional. Proporciona los fundamentos para ver la educación como posibilidad de desarrollo individual, al mismo tiempo que ubica al individuo como parte de una sociedad, a la que responde y contribuye. La Constitución establece que la educación es un derecho de los mexicanos que debe garantizar su desarrollo armónico como seres humanos. En una perspectiva claramente humanista, la educación tiene la finalidad de realizar las facultades y el potencial de las personas. Para ello es indispensable que, desde el respeto a su dignidad, se reconozcan las necesidades de los niños y adolescentes, así como las capacidades implícitas en su desarrollo pleno.

La vida en sociedad requiere aprender a convivir y supone unos principios compartidos por todos. Valores históricos como la fraternidad y la igualdad, la promoción y el respeto a los derechos humanos, la democracia y la justicia son parte de los valores fundamentales del proyecto educativo. Estos no son solo conceptos que deben ser aprendidos por el educando, sino actitudes y prácticas que deben ser fomentadas y que han de dar sustento, inspiración y legitimidad al quehacer educativo. Asimismo, se plantea el aprecio y respeto a la diversidad cultural y la determinación de evitar toda forma de discriminación. Se trata, además, de formar individuos que conocen y aprecian sus raíces nacionales a la vez que reconocen su responsabilidad como personas que forman parte de una sociedad universal y que habitan un planeta compartido por todos.

Esta filosofía de la educación que se establece en la Carta Magna debe concretarse en un tiempo histórico de constantes cambios, de acelerada transformación de los conocimientos, las culturas y los procesos productivos. El planteamiento pedagógico ha de dar lugar a la mirada crítica e histórica en la que hay que formar a los educandos.