Los contenidos de la Educación Obligatoria son tema de debate permanente en todos los países. ¿Qué se debe enseñar? ¿Qué es lo prioritario? ¿Para qué? y ¿para quién? son preguntas que admiten distintas respuestas. En nuestro país tenemos una larga tradición de debate en este sentido y experimentamos vías diversas para encontrar el consenso. Ante la necesidad de seleccionar y demarcar los temas que deben formar parte del currículo, se deberán superar algunas dificultades relacionadas con la importancia de acotar la extensión de los contenidos en aras de privilegiar la profundización. Para ello es indispensable ir más allá de la acumulación de contenidos que ha resultado de los procesos de revisión y actualización del currículo a lo largo del tiempo; trascender la orientación que privilegia tanto la lógica interna de las disciplinas como la organización tradicional de los conocimientos. El currículo ha de responder a un análisis acerca de la función que cumple la educación en la sociedad. Asimismo, ha de atender a las recomendaciones derivadas de la pedagogía, las cuales establecen la importancia de focalizar la enseñanza en aprendizajes clave, en no demeritar lo fundamental, que es desarrollar las habilidades cognitivas superiores, como el pensamiento crítico, en aras de abarcar muchos temas.

En esta Propuesta:

El currículo nacional de la Educación Básica y el MCC de la Educación Media Superior establecen objetivos generales y particulares para el desarrollo de competencias fundamentales que permitan a los egresados de la Educación Básica continuar la Educación Media Superior e incorporarse con éxito a la vida adulta en todas sus dimensiones contando con las herramientas y el conocimiento necesarios para la vida familiar y ciudadana, el trabajo colaborativo, el aprendizaje permanente y el ejercicio de la autonomía personal. En la EMS, las competencias genéricas y disciplinarias deben estar articuladas con el perfil de egreso de la Educación Básica, y deben favorecer el ingreso a la Educación Superior.

El currículo nacional de la Educación Básica y el MCC de la Educación Media Superior permiten atender de manera consistente los contenidos básicos y el desarrollo progresivo de habilidades, actitudes y valores para la convivencia, procurando el equilibro entre conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales. La formación en valores no está desvinculada del resto de los propósitos educativos, pues hoy se sabe que las competencias que se adquieren en la educación se componen tanto de conocimientos como de habilidades y actitudes.

El currículo nacional de la Educación Básica y el MCC de la Educación Media Superior son flexibles y abiertos, de tal manera que establece objetivos y contenidos básicos imprescindibles, como base común para todos los educandos, que en su concreción estatal (por modalidad y subsistema en el caso de la EMS) y escolar son profundizados y ampliados de acuerdo con el contexto. Además, el carácter flexible del currículo favorece que el profesor atienda los distintos estilos y ritmos de aprendizaje de los alumnos.

El currículo nacional de la Educación Básica y el MCC de la Educación Media Superior presentan una secuencia lógica y una congruencia horizontal (entre campos formativos, asignaturas y áreas de desarrollo, por grado y nivel) y una integración vertical (a lo largo de los tres niveles de la Educación Básica y entre esta y la Educación Media Superior). La definición de los contenidos curriculares es el principal marco de referencia para el quehacer educativo de las escuelas y del sistema en pleno. Es la herramienta que vertebra la práctica docente en el día a día y es el referente para padres de familia y alumnos sobre los aprendizajes que deben alcanzarse.

El currículo nacional de la Educación Básica y el MCC de la Educación Media Superior fomentan competencias para la vida que son fundamentales. Una competencia clave que estructura a otras es “aprender a aprender”, que significa aprender a pensar, a cuestionarse acerca de los diversos fenómenos, sus causas y consecuencias, a controlar los procesos personales de aprendizaje, así como a valorar que dicha competencia se construye en la interacción con otros. Para que los alumnos participen activamente en su aprendizaje deben ser capaces de actuar autónomamente y, por tanto, ser conscientes de sus procesos tanto en lo cognitivo como en lo motivacional. La autonomía se vincula directamente con la autorregulación. Ambas promueven que los estudiantes puedan manejar mejor sus emociones, monitorear sus estrategias de aprendizaje, organizar su tiempo y métodos de estudio, fijarse metas de desempeño más ambiciosas.

De igual importancia son las competencias “aprender a ser” y “aprender a convivir” que implican el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los niños y los adolescentes. Se trata de fines que no habían sido tan explícitos para la escuela como hasta ahora. Las profundas transformaciones sociales que el siglo XXI trae consigo obligan a la escuela tanto a tener un papel cada vez más activo en el desarrollo de las capacidades que permitan a los niños y adolescentes conocerse a sí mismos como a establecer estilos de convivencia sanos y pacíficos, basados en relaciones humanas respetuosas. La escuela no es una isla, sino el espacio formativo por excelencia, que fomenta la inclusión y la equidad; por ello, si no es posible evitar que fenómenos sociales adversos a la convivencia penetren en los centros educativos, sí es posible, con la decidida participación de los docentes, de las familias y con el apoyo y acompañamiento de las autoridades educativas, construir y sostener ambientes para el aprendizaje de calidad, que se basen en el respeto tanto a los derechos humanos como a la equidad de género y que eduquen en ellos.

En la Educación Media Superior se deben generar las condiciones y disponer de los recursos necesarios para desarrollar la cuarta competencia: “aprender a hacer”.

En este sentido, el currículo debe favorecer el desarrollo de competencias profesionales, por medio de modelos que permitan mayor equilibrio entre la formación teórica y práctica y el desarrollo de habilidades como liderazgo, trabajo en equipo y comunicación, que habiliten a los educandos para el emprendimiento en el ámbito laboral o de formación profesional en el que se desempeñen.

Un currículo como el que se plantea en este documento dará la atención debida a los procesos simultáneos de aprender a aprender, aprender a ser y aprender a convivir, en la Educación Básica y Media Superior, además de aprender a hacer, en la EMS. El propósito es que los alumnos desarrollen autoconciencia, autogestión, conciencia social, habilidades para relacionarse con otros y capacidad para tomar decisiones responsables 5 con el fin de que lleguen a:

  • Entender y manejar las emociones
  • Establecer y alcanzar metas
  • Sentir y mostrar empatía hacia los demás
  • Establecer y mantener relaciones colaborativas
  • Tomar decisiones respetuosas y responsables
  • Rechazar toda forma de discriminación

Frecuentemente se piensa que en la definición de contenidos, existe una contradicción entre las exigencias propias de un proyecto humanista, fundamentado en la educación integral, y un proyecto que persigue la eficacia y la vinculación de la educación con las necesidades que impone el desarrollo del país. Por ello, para la construcción de esta Propuesta Curricular para la Educación Obligatoria se han integrado tres fuentes indispensables que nutren el planteamiento pedagógico:

  • La filosofía de la educación que orienta al sistema educativo nacional a partir de principios y valores fundamentales.
  • La demanda de capacidades que resulta del momento histórico que viven los educandos.
  • Y una cierta concepción del proceso de aprendizaje, derivada del conocimiento vigente que al respecto se ha producido en el campo del desarrollo cognitivo.